El Tano hizo un gesto de fastidio y guardó la foto en el bolsillo. Hablar de la casa era peor que discutir de fútbol o de política, mucho peor. El único que no se metía nunca era el borrachín de la mesa del fondo, siempre en silencio. —¡Una foto es una foto, Tano
Apuntes fugaces
Apuntes breves, notas al paso, reflexiones mínimas.
Todavía no anochece, pero el bar está casi vacío. Ajeno a la impaciencia del mozo, un joven lleva horas sentado junto al ventanal. No ha pedido más que pan y un vaso de agua que apenas ha probado. Se limita a mirar al otro lado de la calle empedrada, los ojos fijos en la
Duerme boca abajo, atravesado en la cama, hasta que lo despierta el silbato del tren. Entreabre los ojos, le pesan los párpados. Lo primero que ve es la botella vacía sobre la almohada, a pocos centímetros de su nariz. Las sábanas están revueltas y teñidas de un tono rojizo, reflejo del cartel de la
Si algo caracterizaba a mis nuevos vecinos, era ser fuertemente supersticiosos, rasgo que quedó en evidencia desde el primer día. Mi llegada había coincidido con la aparición de un antiguo manuscrito en el Instituto Bernasconi. No digo que todos me hicieran cargo de las desgracias que el documento anunciaba, pero entre los habitantes de
El ascensor, centenario, es una jaula negra que me eleva. Observo atentamente a través de sus paredes enrejadas. Veo cómo la gran escalera de mármol trepa alrededor del hall central hasta enhebrar, uno a uno, los cinco pisos del edificio. Poco antes de llegar al tercero, escucho un sonido metálico. Conozco esa llave que