El ascensor, centenario, es una jaula negra que me eleva. Observo atentamente a través de sus paredes enrejadas. Veo cómo la gran escalera de mármol trepa alrededor del hall central hasta enhebrar, uno a uno, los cinco pisos del edificio. Poco antes de llegar al tercero, escucho un sonido metálico. Conozco esa llave que