No hay evidencias, tan solo rumores. En voz baja, vecinos de Recoleta reconocen que la invasión comenzó en el cementerio. No dirán mucho más. Lo cierto es que antiquísimos muros finalmente cedieron. En una sola noche, o a lo largo de un siglo, ladrillos fatigados se volvieron porosos, grietas imperceptibles revelaron abismos, revoques y mampostería se abrieron en un estallido que nadie escuchó. Ante la indiferencia de casi todos, el invasor se asomó desde lo profundo. Desde allí nos observa, agazapado. Se tiñe de clorofila, simula hojas delicadas y brotes tiernos. Despojados de nuestro instinto primitivo, pasamos a su lado sin percibir lo que acecha. Otros se detienen, maravillados. Creen haber descubierto un oasis.
Que buen relato!!!! Gracias!!!
Gracias por seguir estas historias, Antonia. Sospecho que en algunos días habrá más novedades…
Me pregunto si es un invasor o un salvador.
Mmmmmm… quisiera ser optimista, Antonia. Estemos atentos y vamos viendo…
Ahora voy a mirar de otro modo a los q crecen en el fondo de casa…
Mmmmmmmm… los del fondo de las casas son los peores, andá con cuidado.
No se me había ocurrido que pudieran estar estudiándonos… voy a prestarles más atención
Imaginativa y sorprendente mirada la tuya… gracias por compartirla
Y si ves algo sospechoso en el barrio, le sacás una foto y me la mandás, prometo investigar.
Yo sabía que el de al lado de hueso era el chino, viste como se paraba.
Usted tiene años de tablón y corazón futbolero, amigo. Esos detalles nunca se le pasarían por alto.
Ya me habían dicho que los del fondo son los peores, estaré atento
Espero que hayas estado atento vos, Dani, porque lo que es yo… ¡recién leo de tu mensaje!!!!!! Decididamente, la invasión triunfará